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terça-feira, 27 de março de 2018

Las escuelas de Beauvoir y Bourdieu: políticas educacionales y género

El texto abajo és resultado de una ponencia oral planeada para el XXXI Congreso de la Asociación Latino Americana de Sociología (Diciembre, 2017), con el tema Las encrucijadas abiertas de America Latina: la sociología en tiempos de cambio, en el GT - Sociología de la Educación y Políticas Educativas. Agradezco mucho a Profa. Dra.Glenys Mabel Caballero Cordoba por la corrección y revisión del español:

Buenos días a todos. Me llamo Alan y soy estudiante de la Universidad Estadual de Campinas. El trabajo que vine a exponer es una presentación general de una Iniciación Científica, como llamamos en Brasil, intitulada “La desigualdad entre los sexos ante las perspectivas de Pierre Bourdieu y Simone de Beauvoir”. Así, empezaré con el problema de la pesquisa, seguida de la metodología, los resultados y que ellos tienen que ver con la escuela pública en Brasil, y, si es posible establecer similitudes con de Uruguay, visto que la construcción del género en el Occidente tiene sus regularidades, o sea, son posibles de ser comparadas entre países, pero esto es sólo una nota.
El problema de mi pesquisa son las diferentes experiencias entre niños y niñas en la escuela. Para averiguarlo hice una pesquisa documental con El Segundo Sexo, de Simone de Beauvoir, y La Dominación Masculina, de Pierre Bourdieu. Hice también una lectura comparada de las dos obras, buscando conceptos importantes para comprender como se producen hombres y mujeres en la sociedad y si la escuela tiene alguna participación en esta formación o si ella es la solución para la desigualdad de género en la sociedad, si la escuela puede mejorar la desigualdad social estando consiente del género de los alumnos.
Todavía en la metodología, escogí estos dos pensadores por tres razones: la primera son debido al campo intelectual, Beauvoir tiene importancia fundamental en el desarrollo de la segunda ola del feminismo, en que las mujeres empiezan a pensar derechos y exigen políticas para las mujeres, y no interesa, de una forma general, ser como los hombres, como lo hicieron con el sufragio en la primer ola, pero piensan las mujeres como una categoría distinta a los hombres. Y Beauvoir ten su libro lanzado en 1949, es cierto que allí empieza su pensamiento filosófico más original y que llevará para toda la vida.
Pierre Bourdieu, por otro lado, ten La Dominación Masculina lanzada en 1998, final de su vida. Lo que hace es mostrar, con una teoría sociológica ya consolidada en otros libros, como ocurre la socialización de hombres y mujeres, un proyecto similar a de Beauvoir. Pero la diferencia de ellos son las soluciones que encontran para superar las desigualdades. Lo que genera una discusión acerca de la necesidad de la escuela.
A Simone de Beauvoir, las escuelas y los maestros son patriarcales, como gran parte de las instituciones de la sociedad. En un sistema patriarcal, según Beauvoir, los niños son motivados a imaginarse en los espacios públicos mientras que las niñas se destinan para los privados. Por lo que la solución será los movimientos sociales de mujeres. La educación transformadora no está en la escuela, si no en un colectivo o colectivos de mujeres cambiando la realidad institucional a través de su unión, percibida en una marcha por derechos reproductivos, por ejemplo. El importante es desarrollar una conciencia que quita a la mujer de una situación de opresión, cosa que las escuelas no hicieron en el análisis de Beauvoir y no hace mayores consideraciones sobre las posibilidades transformadores de la educación escolar. Ella cree en una transformación hecha por mujeres para mujeres y con mujeres, muy parecido a la revolución del proletariado de Marx, solo que el proletariado aquí son las mujeres.
Para Bourdieu, por otro lado, la mayor presencia de las mujeres en las universidades, completando la enseñanza media y cada vez más asumiendo cargos directivos (y lo dice casi 40 años después d’El Segundo Sexo) se debe a la escuela. Así, la escuela ha proporcionado un cambio de realidad social para algunas mujeres por la adquisición del diploma. Hemos de recordar que Bourdieu en la década de 60 escribió La Reproducción, Los Herederos y otros artículos insinuando la gran capacidad de la escuela de reproducir, por la reproducción cultural, la reproducción social. O sea, la escuela enantes llamadas por algunos como patriarcal, como por Beauvoir, que es un sistema que reproduce las condiciones de opresión de la mujer, parece romper un ciclo de reproducción, generando transformación.
Las semejanzas entre Beauvoir e Bourdieu están en la concordancia de que la casa es el destino más probable de una mujer bajo la dominación masculina, trabajar adentro y no afuera es importante para el pensamiento mítico que construye el femenino. Después hablo de la vida sexual de la pareja, que también es un trabajo para la mujer, así como cuidar a la casa. Pero aquí el hombre intenta poseer un bebe, usa la mujer para producir algo que el no produce. El patriarcado en muchas veces, se diferencia de la violencia de género por esa tentativa de los hombres se apropiaren de los medios de hacer nacer una vida, para ellos es imposible ya que no quedan embarazados (si trabajamos bajo el binarismo hombre/mujer).
El matrimonio es un evento importante, la representación simbólica de la unión de la pareja, se diferencia de la casa y de la vida sexual una vez que es un ritual publico y uno de los más importantes en la vida de la niña, ella preparase y es preparada para el matrimonio, enseñada a ser esposa, después madre. Con el matrimonio, para Beauvoir y Bourdieu, hay el cambio de las mujeres entre los hombres. Así sigue el pensamiento mítico, aún que las mujeres de la mitad del siglo veinte (y mismo antes, según Beauvoir) ya empiecen a escoger sus parejas con mayor independencia. El matrimonio es trabajado como el destino social de la mujer, y a el se acostumbra, hasta llega a desearlo.
La experiencia del trabajo, en el sentido del trabajo asalariado, será una de las soluciones encontradas para la autonomía de la mujer, según Beauvoir. En la historia de las mujeres, Beauvoir relata que su dominación se debe, en mucho, a la interdicción de la herencia a las mujeres. Casi no poseen derechos de herencia, y cuando poseen, no pueden usar el dinero como les interesa, la administración es de responsabilidad de un futuro esposo o hijos. Con derechos laborales y con un sueldo propio Beauvoir cree en un futuro propero para las mujeres, son más libres para decidir sobre la propia vida y hacer las propias escojas.
En eso no hay concordancia con Bourdieu. A pesar de la experiencia del trabajo, hay también la experiencia en el mercado, que es una forma de llamar los lugares donde se encuentran los hombres. En la sociedad Cabila de Bourdieu, solo los hombres van al mercado: a comprar, a charlar, hasta para hacer el ritual de conversión de los niños para hombres. Desta manera hay que comprender el mercado como un lugar de privilegio masculino, adonde el femenino tiene muy poca liberdad, es prácticamente exclusivo a los hombres, es ahí donde los hombres sostienen la también la masculinidad, no es necesario que el femenino esté siempre presente. Los hombres compiten también entre los hombres, hay niveles de masculinidad, así como hay niveles de femenilidad.
Es espacio del mercado, o el espacio solo de hombres, es importante para percibir que mismo con las mujeres trabajando no desaparece el patriarcalismo, ya son más de cincuenta por ciento de la fuerza de trabajo mundial en los días de hoy, por ejemplo. Bourdieu no cree, por ende, que trabajar sea suficiente para llegar a la igualdad. Sería necesario que las mujeres participaran de los mismos rituales que los niños para detener una imagen simbólica de poder. El trabajo es condición para el capital económico, lo diría Bourdieu para estas relaciones de género, y le falta el capital simbólico para la mujer ser una igual al hombre.
En resumen, el hogar, la vida sexual, el matrimonio, el trabajo y el mercado son, en mi pesquisa, experiencias diferentes entre niños y niñas a partir de Bourdieu y Beauvoir. Ahora sigo para algunas consideraciones para llegar al problema que aflige la escuela en los tiempos presentes y incluyen más lecturas que solo Bourdieu y Beauvoir.
Las soluciones apuntadas anteriormente (educación en los colectivos de mujeres o la educación escolar), como he mencionado, son las mayores diferencias entre entre los dos. El menos distinto son otros resultados, los siguientes:
·         El aprendizaje informal precede el aprendizaje formal: la identidad de género de las niñas y los niños depende de cómo sus cuerpos son percibidos o mirados. El niño y la niña se exponen o se retraen en su movimiento, sus juegos, en sus vivencias infantiles, si esas acciones son percibidas como desagradables, inadecuadas o antinaturales para el sexo del niño, el cambia su comportamiento para otro que sea más aceptable. O sea, la educación de género en la familia y otros espacios sociales, depende de un cuerpo para hacerse visible debido a sus acciones, asociadas a su sexo de nacimiento: el pene o la vagina. Hay, por ende, una división entre acciones de niños u acciones de niñas.
·         Los sistemas patriarcales privilegian los arquetipos masculino y femenino de formación: hay una tentativa de corresponder las identificaciones de los hombres con las actitudes masculinas y las mujeres con las femeninas.  En la infancia los cuerpos son distinguidos entre los niños, que deben practicar su masculinidad para que sean hombres porque tienen un pene, y las niñas, que practican la femenilidad para que se conviertan mujeres porque tienen una vagina.
·         La naturalización de esos mitos (masculinidad y femenilidad) crean condiciones de violencia de género, las cuales mantienen las cosas femeninas bajo una dominación masculina: sí algo es natural, es biológico, y hay la idea de que es un destino implacable, de lo cual no se puede huir. Pero el apagamiento de las mujeres en la historia fue la forma de mantenerlas bajo dominación. La historia de las guerras y las conquistas son las más valorizadas en el mundo masculino, donde se supone una agresividad natural del hombre. Las mujeres casi no tienen protagonismo, son representadas como hijas, esposas, prostitutas etcétera, personajes femenilizadas. También hay mujeres guerreras y dueñas de propiedades, pero son muy masculinizadas en los relatos, llegando a ser comparadas con hombres (“se parece a un hombre”) o elogiadas con adjetivos masculinizados, como valiente o temerosa, por ejemplo.

Eses tres puntos: el orden social del patriarcalismo, la socialización bajo la identificación con el masculino o el femenino y el aprendizaje inconsciente del comportamiento generando la naturalización son esenciales para pensar la educación que antecede la escuela. Empieza allí, desde el nacimiento, la identificación de género.

Imagem retirada desta matéria da Nana Soares, também sobre gênero, no jornal Estadão.
              

     Para la escuela, a partir de Beauvoir y Bourdieu, me interesa los siguientes puntos:

·         El currículo escolar ofrece resistencia a la violencia de género en régimen de gestión democrática: hay que pensar el currículo como la realización de experiencias, prácticas y vivencias  organizadas colectivamente con familiares, trabajadores de las escuelas y los propios niños y niñas. La idea es de que el currículo convencional comprende dos cuerpos (los de niños y los de niñas) porque refleja la sociedad y adopta la separación entre hombre y mujer instituida por el patriarcalismo. El género no es doble, lo veo como múltiplo, mismo que Bourdieu y Beauvoir se interesen por el binarismo.
·         La escuela es un espacio donde se disputa el control de una dominación simbólica: la dominación es un ejercicio constante de imposición de una visión. Los sujetos pueden, a lo largo de su formación escolar, aproximarse o alejarse de las masculinidades y feminilidades dominantes en el espacio escolar. La diversidad sexual y de género son potencialidades invisibilizadas, disimuladas por el reconocimiento a una representación dominante de género (o heteronormativa) pero están ahí con una fuerza, ya que el proceso de dominación nunca extingue una fuerza, solamente añade fuerzas para permanecer dominando. De esta manera, el juego de identidad entre el Self y el Otro puede renovarse o ser otra cosa distinta del cuadro dominante.
·         Los docentes deben de ser introducidos a la discusión de género: la reproducción de las representaciones dominantes sosténense por el desconocimiento de otras posibilidades de ser en el mundo social. Si no hay esa preocupación, sigue la violencia de género, la dominación masculina y, por ende, la desigualdad entre niños y niñas en el sistema de enseñanza. La cualificación de los docentes en los problemas de género son cruciales para una mudanza institucional y alejamiento del patriarcalismo.

                Estas consideraciones termino la ponencia, que fué una transposición de la pesquisa para pensar políticas educacionales, que no empieza con una preocupación con políticas, pero como los conceptos público/privado toman espacio para educaciones desiguales entre niñas y niños, experimenté este abordaje. Gracias.


segunda-feira, 26 de março de 2018

A ilha itinerante (parte final)


Rapidamente a menina aconchegou-se entre suas cobertas e o avô deu início à aventura:
                - Em algum lugar existe um vasto oceano chamado Ravel, como o do compositor do bolero. Nesse oceano vive um povo tritão, os Nami, num imenso palácio de coral. Eram criadores de artefatos mágicos, músicos eloquentes - principalmente o canto, apreciadores do movimento calmo do mar e alfaiates incríveis. Até que um dia Thamis, espírito das nuvens, irado com o comportamento de seus irmãos, desce para Ravel. Seu temperamento era contagioso, o que induziu mudanças de hábitos nos tritões Nami, como a agressividade da guerra. A magia deles passou a encantar suas lanças, tridentes e arpões. A música manteve-se sem muitas alterações, mas passou a ser mais comum nas despedidas dos soldados para o campo de batalha e antes de iniciarem seus confrontos. As águas tornam-se mais agitadas com a vinda de Thamis, muito apreciado pelos tritões Nami. Seus alfaiates, que antes faziam roupas mais longas, encurtam-nas para melhorar a natação.
                “Este cenário se mantém por 461 marés - que é a forma como os Nami contam o tempo.  Então nasce Irmadhala, filha de Rinanf - general das tropas Nami, a oeste do oceano Ravel. A tritã, nascida longe dos encantos provindos da presença de Thamis, não possui impulsos combativos. Ela possui um ímpeto diferente, motivado pelo seu desejo de ser cartógrafa das águas, de tanto que adorava ver o pai trabalhando em suas estratégias. Ele, de bom grado, imaginando sua filha uma futura guerreira, ensinava-a pacientemente e com afinco, não poupava detalhes. Ela, em resposta, aprendia rápido, orgulhando o pai. Sua ambição em ser cartógrafa era bem recebida por ele.
                “Nessa mesma história existe um homem chamado Fael, ele é o irmão mais velho dos cinco filhos de sua mãe, Luci, sendo seu irmão Rael o segundo mais velho e suas outras três irmãs, Gina, Tina e Mina, as mais novas. Fael e Rael são pescadores, aprenderam o ofício com o pai e assim sustentam suas famílias. O pai morreu no mar, uma tempestade pegou-o de surpresa. Ele nunca mais voltou. Os novos homens da casa logo lançarem-se ao mar, com seus 10 anos.
                “Fael é uma pessoa letrada: escritor de poemas, contemplador do mar e da água, também das belas pedras. Aprende aquan – a língua que fala Irmadhala e seu povo, por conta própria para ler alguns livros dos povos tritões que por acaso vem parar em sua rede de pesca. A princípio vendia-os para os colecionadores da cidade, com o tempo percebe que deixa passar algo importante ali, segredos que ele mesmo poderia desvendar, e dedica-se a aprender o aquan. Sua intenção é muito bem recebida por missionários de terras nobres – posso dizer que eram como padres e sacerdotes, os quais instruem Fael em seu tempo livre.
“O primeiro encontro de Irmadhala – que chamarei de Irma a partir de agora, foi na praia de Aratur, um pequeno banco de areia, quando ainda eram crianças. Porém, ela sente-se intimidada com a presença de Rael, irmão de Fael, o qual desenvolve uma paixão doentia pela imagem da tritã. Num segundo encontro, no mesmo trecho de praia, Fael entrega a lápis-lazuli para Irma. Desde então ficam muito próximos. Ela interessa-se por ele, e ele por ela.
“Não demora muito para começarem a encontrarem-se às escondidas - Irma de seu pai, Fael de seu irmão. Para os namis Irma comete um terrível crime de inter-racialidade – um tipo de casamento que não pode acontecer, enquanto para Fael é uma discrição necessária para não enervar o irmão psicótico e apaixonado - que desde criança tinha um certo gosto por torturar animais.
“Irma detestava Nami, por isso adorava sair com o pai para suas expedições. Nunca mencionou esse incômodo para o pai, fazendo-o pensar que a vocação para a guerra irradiava da filha. A sensação de agressividade era o que impelia Irma para fora de Nami. Ela não era imune aos efeitos de Thamis, apenas é presenteada com um olho de Abbu – espírito irmão de Thamis, bem cedo. O olho, que nada mais era que a lápis-lazuli com a qual Fael lhe presenteara, emanava a tranquilidade que ela precisava. A aura deste objeto era sentida por Thamis e causava-lhe irritação, o qual ficava mais irrequieto com a chegada de Irma e Rinanf, descontando sua ira nas águas tranquilas. Pai e filha, a essa altura, já eram prestigiados pelos demais namis com um carisma provocado por essas místicas coincidências.
“A pedra em questão é abandonada na praia por Jin, um terceiro irmão de Thamis e Abbu. Seu comportamento é o de um sábio profeta, mas demasiado misterioso para ser compreendido de imediato. Assim, esperava que Fael encontrasse o olho de Abbu e entregasse-o a Irma, que viria a carregar esta joia preciosa para todos os lados, protegendo-a da aura de Thamis.
“Um dia, numa discussão com seu pai, o qual acusa a filha de comportamentos negligentes, Irma revela seu segredo. O pai entra num acesso de raiva e promete devastar a costa de Aratur – onde vive Fael. Com medo, ela corre para alertar seu amado. Ainda com medo de seu irmão, escreve uma carta e deixa-a presa na rede de pesca de seu barco junto com uma chave para abrir a caixa. Desesperada, nada velozmente para a ilha itinerante.
“Rael já desconfiava da furtividade do irmão - os longos passeios às praias e as refeições por fazer dununciavam-no – a verdade é que não as fazia na frente de Rael. Geralmente os irmãos dividiam tarefas no barco, alternavam os dias da limpeza, da pesca, da manutenção das velas e do casco. Irma conhecia bem essa rotina, sabia que Fael deveria pescar nesse dia, porém, uma infecção toma conta de sua saúde, causada pela mordida em sua coxa de um peixe venenoso. Nesse dia seria Rael a puxar a rede de pesca. Rael vê a carta escrita inteira em aquan – língua que ele desconhece, com exceção da última linha, na qual lê-se Sua princesa d’água na língua humana.
“Num dia no mar, Rael tira satisfações com Fael, sente-se traído. Acaba numa briga de punhos. Começa uma perseguição no convés: Rael com um machado em mãos, Fael com um pedaço de metal. Rael crava o machado na popa do barco numa tentativa de ferir Fael, o qual desvia por sorte. Logo mais, uma faca retirada do bolso de Rael corta a garganta de Fael. Um irmão está morto. Rael não se sente culpado, inventará histórias sobre o acontecido, saboreia a ideia de por a culpa na tritã. O vento carrega o barco bagunçado – com pedaços de vidro no chão, mariscos pelo convés, páginas de algas espalhadas, a carta molhada e o sangue no chão - de volta para a praia de Aratur – terra dos irmãos. Uma vez lá, Rael devolve o barco para as águas e conta sua versão da história para todo o povoado, que choram a lastimosa morte de Fael pelas mãos do monstro aquático.
“Na carta estava escrito exatamente o seguinte: Querido Fael, papai descobriu, entretanto, o contorno de nossas linhas serão fronteiras na incerteza do mar, das terras misteriosas e submersas que te suspirei. Eu navego pela encosta de corais guiada pelos ventos, pelas nuvens e pelos meus adventos. Sem demora, te espero onde a água cobre a areia, onde a ilha também é mar, onde provamos e entregamos nosso amor num mesmo corpo. Minha cartografia nos reunirá em traços líquidos como nossas formas. Se for impossível, afundarei tentando afogar-me, me estatelarei contra a água gentil, farei sua correnteza viva encaminhar-me à morte. Terminando com o já conhecido Sua princesa-d’água.
“Nessa mesma ilha itinerante, visitada por Irma e Fael várias vezes, ele encanta a tritã com histórias contadas pelos sacerdotes sobre a possibilidade de unirem seus corpos em um. Este tipo de união vinha a ser incomum para os tritões, que não viam vantagens em manter tal proximidade ou matrimônios duradouros. A nami, encantada com a ideia, toma uma poção retirada do palácio de corais dos Nami – direto dos aposentos de seu pai, para conseguir corpo humano temporário. Na ilha eles tornam-se íntimos, unem-se pela primeira vez, selando um compromisso sem volta. Irma pede que Fael guarde o frasco da poção com ele.
“De volta ao presente, Irma guarda sua joia numa caixa de conchas, presente de seu pai Rinanf. Cavando a areia para guardá-la, encontra uma escotilha. Uma escada de metal desce até a escuridão. No funda dela, um piso de granito. Irma deixa sua caixa lá, com a joia e algumas moedas. Ela usa uma varinha para encantar as águas e criarem elementais de água para vigiarem esse lugar – um verdadeiro templo.
“Irma parte para o povo de Aratur, avisa-os da chegada do exército de Nami. Os clérigos que ali estão prendem-na, levando-a para a escotilha encontrada mais cedo por ela e acorrentam-na numa das celas subaquáticas. Pegam a caixa na saída, enfrentam os elementais bravamente, retornando, por fim, a Aratur. Enquanto isso, Thamis caminha pela superfície do oceano acima dos Nami buscando as borbulhas que eclodem na superfície, de onde, crê ele, saem cantos capazes de preencher sua ira com um vazio tilintante.
Leonel não soube exatamente para onde postou sua mirada esse tempo todo. Parecia tão perdido em si mesmo que nem se deu conta que Alice dormira na metade da história. Deu um beijo de boa noite na menina e disse-lhe “Bons sonhos, Ali”. Desligou a luz do quarto. Fechou a porta do quarto da neta. Em direção ao seu quarto pensou “Talvez essa não seja uma história para crianças” e começou um longo processo mental de adaptação da história (considerando que na próxima vez Alice permaneceria acordada até o final).



O Farol, óleo sobre tela, de Déborah Netto

A ilha itinerante (parte 2)


Quando Leonel acordou a luz invadia a persiana da janela de Alice para repousar em seus olhos. Estava exausto pela briga do dia anterior. Não queria levantar-se, teria de lidar com a filha, mas estava com fome. Por um instante parou para pensar como não percebera que Jéssica estava bêbada quando lhe telefonou. Sua fome o venceu, ele resolveu descer à passos cautelosos, tão silenciosos quanto os de um gato.
                Não encontrou ninguém no andar de baixo. O ambiente estava mudo. O chão estava limpo, sem manchas de vinho ou o que quer que Jéssica tivesse derramado no chão no dia anterior. Admirou o relógio de ponteiro na parede, eram 9h43. Arrastou os pés até a cozinha, estava completamente desanimado. Adentrando o cômodo avista Jéssica tomando seu café numa caneca de plástico, como sempre o fazia. Ela ou não o percebe ou ignora-o. Como se estivesse sem alternativas, ele pede desculpas.
                Ela parece não escutá-lo. Dá um gole no seu café e põe-se a encarar seu reflexo na pedra da mesa. O telefone quebra o silêncio antes dele se tornar constrangedor. Nenhum dos dois se move para atendê-lo.
                - Não vai ver quem é? – Jéssica é a primeira a falar.
                - Não, vou deixar tocar.
                O telefone continua bipando insuportavelmente, como a maioria dos telefones.
                - Pode ser pra você. – fala Leonel mirando os próprios pés.
                - Deve ser o banco de novo, já disse que não vou negociar nada.
                Os bipes incessantes parecem querer participar da conversa.
                - Não é culpa sua o que aconteceu ontem – Jéssica anuncia.
                - Olha filha, eu não estou bem com aquilo...
                - Sei que não, você fez pela Alice, eu entendo.
                O telefone parou. Eles continuavam sem se olhar, pareciam estátuas apreensivas por se mexer.
                - Eu te machuquei?
                - Não.
                - Não precisa mentir, me fala se eu te fiz algum mal.
                - Você nem me empurrou com força, eu escorreguei no vinho do chão.
            - Ah, sim. – Leonel não acreditou – Então você está bem? – Ele levantou os olhos timidamente para a filha que continuava a encarar a mesa.
                - Uhum. Não foi isso que mais me machucou, sabe? – Ela lhe devolveu um olhar gelado, ele não soube como interpretá-la.
               Leonel mexeu na barba. Isso ajudava-o a ter mais confiança, por alguma razão desconhecida.
                - Ele passou aqui de manhã para pegar a Alice, devem estar indo ao cinema ou algo assim. Não contei o que aconteceu, mas não sei se Alice vai guardar segredo.
                - Por que você fez isso? – Leonel parecia recuperar parte de sua coragem com o que soou como um insulto vindo da boca de sua filha. Era quase como se sua honra tivesse sido tocada.
                Ela olhou o pai com descaso.
                - Não fica fazendo pose, você se mete demais.
                - Aquele homem não vai ficar levando a Alice de um lado pro outro.
                - Aquele homem é seu irmão, não sei porque isso te incomoda tanto.
                Leonel ficou pasmo, não conseguia acreditar no que ouvia.
                - Como você pode ser tão cega? É exatamente por isso que me incomoda. Não é óbvio para você?
                - Não foi essa minha pergunta. – Jéssica não esboçou reação. – O que realmente te incomoda? Por que ele é um problema? Por que só ele é um problema? Você nunca foi ciumento assim.
                - Não é ciúmes, cazzo! Você não acha estranho vocês terem uma filha?
                - Por que somos da mesma família? Por que ele é meu tio?
                - Como você consegue agir assim com tanta naturalidade?
                - Parece até que eu cometi um crime – Jéssica revira os olhos, ela sabia que isso enfurecia Leonel.
                Ele apenas respirou profundamente, procurando conter-se. Jéssica emitiu um riso e levou as mãos ao rosto, como se o limpasse ou fizesse uma massagem.
                - Não posso mais ficar aqui. – ela disse.
                - Como assim?
                - Vou embora, parece que é a melhor coisa.
                - E como você vai se sustentar?
                Do jeito que ela olhou Leonel parecia que ele tinha feito uma pergunta idiota, o olhar era sarcástico com um riso de vitória no canto do rosto.
                - Do mesmo jeito que você, trabalhando.
                - Você já tem um emprego? E a Alice?
                - Não tenho, posso conseguir, isso não é difícil.
                - Você parece segura demais para quem não tem muita coisa.
                - Não estou pedindo conselho, já disse o que vou fazer.
                - Vai morar com ele?
                - Se eu quiser, sim.
                - Você está só querendo me irritar.
                Leonel caminhava freneticamente pela cozinha, não conseguia esconder sua ansiedade.
                - Trarei Alice para visitá-lo, ela gosta das suas histórias.
                Ele só conseguia agitar a cabeça em sinal de negação. Olhava para os móveis como alguém buscando algo que perdeu. Por azar, não encontrou nada.
                - Me conta a história que você contou para ela ontem.
                - O quê?
                - Por favor. – Jéssica estava séria, de forma que deixou Leonel desconfortável.
                Após um silêncio constrangedor, Leonel começou sua história sem ser interrompido. Ele teve a impressão de ser repreendido pelo olhar de Jéssica mais vezes do que ele gostaria, entretanto, considerou sua atitude um tanto paranoica. Assim, entre a insegurança de um olhar mortífero e a confiança em ser protagonista desse momento na cozinha, ele começou seu conto.
                Terminado sua eloquente história, Jéssica passa a observá-lo com curiosidade, até que pergunta:
                - De onde veio isso?
                - Isso o quê?
                - A história. Você tem noção do que acabou de me contar?
                Leonel estava confuso com as perguntas.
                - É uma história sobre você, pai! E de como você está todo intempestivo por dentro e sentindo-se traído, apunhalado e... não sei nem se quero continuar falando disso.
                - Mas de onde você tirou isso?
                - Todas as personagens que você mencionou parecem fragmentos de você mesmo, não acha?
                Se havia algo em que Leonel confiava profundamente eram nas análises de Jéssica sobre as pessoas.
                - Jé, eu não sei se é realmente isso, não duvido que seja, mas não é o melhor momento para me convencer disso.
                - Ravel, sério?
                - Agora vai implicar também com o nome que eu dou para as coisas na minha história? – Leonal começava a se irritar com a petulância da filha.
                - Não é isso, é só que o bolero traduz muito bem suas mudanças de temperamento. Me entende?
                - De verdade, não muito, filha.
                - Você poderia muito bem ser Fael ou Rinanf nessa história, qualquer um dos dois. Ou melhor, são as duas partes do seu desejo. Rael é claramente seu irmão. E a Irma, claro, sou eu, não vejo como poderia ser de outra forma. Não te deitei no divã, e acho que nem preciso.
                - Por que ela não pode ser só uma história? Quer dizer, como chegamos nisso de parar para analisar histórias que conto para a Alice?
                Pela primeira vez, Jéssica olha o pai com preocupação.
                - Eu te causei tanto mal assim?
                A pergunta pega Leonel de surpresa.
                Mais uma vez o silêncio predomina.
                - Veja, Jé, essa situação nossa não está boa pra mim. Não foi isso que imaginei que aconteceria algum dia, entende? – Jéssica faz um gesto positivo com a cabeça – Então tente entender meu lado, se a história ajuda, ótimo, mas pense como eu me sinto. Obviamente eu não posso impedir você de nada, nem quero. Só me dê tempo.
                - Quanto tempo? Você percebe que meu tempo está junto com o seu? Que eles têm a mesma duração, estão juntos e eu não quero esperar você decidir se está bem ou não em permitir o que quer que seja ou aceitar que esses problemas que você tem são apenas seus?
                - Vá mais devagar...
                - Devagar? - Jéssica assume um tom sarcástico - Eu não quero ir devagar, eu quero só que você pare de se preocupar com problemas que não são seus, não preciso te dar satisfação nem explicações sobre mim que você considera um desastre. Sabe por quê? Porque quem vê esse desastre todo é você, não eu. Está tudo bem para mim. Está a muito tempo, quem causa desastres aqui é você.
                Uma pontada de culpa cresce no íntimo de Leonel. Uma dor subterrânea rasteja debaixo de sua pele empurrando suas lágrimas para fora de seu corpo.
                - Desculpa. – Jéssica, amiudada, mantém-se sentada olhando para a mesa – Eu precisava dizer tudo isso.
                - Tudo bem – diz Leonel secando as lágrimas com a manga da camisa – Acho que é assim que você se sente.
                Depois de alguns segundos Jéssica anuncia:
                - Vou sair agora.
                Ela se levanta, abraça o pai e diz baixinho:
                - Eu te amo, não quero que você se sinta mal.
                - Também te amo, desculpa.
                Jéssica beija o rosto do pai. Por estar envergonhado, ele não levanta a cabeça para saber se ela lhe sorriu ou dirigiu algum acena de despedida, apenas fixou o olhar numa mancha de café no chão. Passou um tempo incontável na cozinha repassando seu conto mentalmente incansavelmente até dar-se por satisfeito com sua própria análise. Dado o cansaço pelo esforço de interpretação, adormeceu na mesa, esquecendo-se de ir ao laboratório nessa tarde.
Acordou apenas quando a campainha tocou, anunciando a chegada de Alice, que geralmente não precisava que Leonel lhe abrisse a porta. Ele se recompôs, preparou sua melhor face e foi ao encontro da neta que tentava abrir a porta da sala sem sucesso algum.
- Está conseguindo? – pergunta Leonel.
- Tá duro a chave, não gira!
- Deixa que eu abro deste lado.
Aberta a porta, Alice pula nos braços de vô e lhe presenteia com um beijo e um abraço.
- Eu assisti um filme de sereias ontem, vovô.
- Ah é?
- Uhum, elas são bonitas! Suas sereias são bonitas que nem as que eu vi?
- Eu não sei que sereias você viu.
- Elas tinham cabelos coloridos e conchas aqui – Alice cobre os peitos com as mãos – e rabos de peixe e o amigo dela era um peixe.
- Talvez minhas sereias não sejam tão bonitas, elas têm dentes mais afiados e a pele é mais azul.
- As sereias que eu vi eram iguais a mim.
- Quer subir e ouvir o resto da história?
- Quero! Quero! – berra Alice aos pulos.
- Mas sem me interromper. Se me interromper eu preparo aquela couve-flor fedida e faço você comer.
Alice sacode a cabeça para os lados com a língua para fora.
- Ótimo, então sem atrapalhar a história certo?
- Não quero couve-flor, não gosto.
Assim, Leonel carregou Alice até o quarto dela e preparava-se para narrar o conto que tanto o atormentara nesse longo dia.

Sentimento de ilha, pintura de Dad